
Es una película con un gran guión y realización perfecta. Es una historia intensa, fascinante y además cuenta con unas interpretaciones magistrales. Contiene todos los ingredientes necesarios para ser una gran película: intriga, emoción… máxima tensión. Es genial.
Lo que ocurre es que hay películas que injustamente no disfrutan de la gloria popular que merecen. No tengo la menor duda que si esta película hubiese sido dirigida por un Director de reconocido prestigio de la talla de un Almodóvar o de un Amenábar… su reconocimiento hubiese sido diferente y posiblemente ahora estaría considerada una pequeña obra maestra. Seguro.
Eduard Cortés, Director de la película y coautor del excelente guión, ha hecho con su realización un ejemplo de cómo dirigir una buena película manteniendo un interés constante y continua expectación. Para ser su primera película como realizador, mejor no pudo debutar y así fue reconocido por la Academia que le nominó como Mejor Director Novel en los Goya 2003.
La vida de nadie es puro entretenimiento y emoción. Es una película con una realización inteligente que aguanta el ritmo y la tensión de su narración hasta el final.
En La vida de nadie, el espectador pasa por momentos de angustia, relajación, tensión, emoción y sobre todo... de vergüenza ajena observando la conducta de su protagonista, Emilio Barrero, interpretado con gran maestría por José Coronado.
La película, impregnada por una atmósfera embustera que lo cubre todo y donde conviven personajes alimentados por una gran mentira, es genial se mire por donde se mire. Es inteligente y astuta, a la par de cruel y dura. Cada escena gana en intriga y la tensión del espectador, que observa pasivamente el “gran teatro” montado por Emilio Barrero, va en in crescendo… hasta el infinito y mas allá.
Las sensaciones de emoción y nerviosismo que desprende el film se desatan sin límite alguno… y mientras, la trama va ganando con el paso del tiempo, como el buen vino.
Intriga, emoción, tensión que el director mantendrá hasta el último momento. El montaje es excelente, mantienen una conexión perfecta las imágenes con la historia, la intriga con la música…. al más puro estilo Hitchcock!!
José Coronado está que se sale en su papel. Sobresaliente, inmenso. Sobran las palabras. A Emilio Barrero sólo lo podía interpretar él con tanta naturalidad y credibilidad.
Adriana Ozores está igualmente magnífica. Su personaje de Agata se muestra inocente, risueña e ingenua gran parte de la película, con una sensación de felicidad plena reflejada en su mirada… Felicidad que se irá desdibujando y convirtiéndose en duda, angustia, odio, incredulidad, desconfianza, escepticismo... y desasosiego.
¿Y Marta Etura?... Está perfecta en su papel de Rosana, una agradable estudiante aspirante a becaria. Con una frescura casi de Lolita que requiere su personaje al comienzo de la película, pero que según va avanzando la historia vamos descubriendo un personaje lleno de sensatez y con la cabeza bien amueblada. Marta es una actriz que no se la puede denominar “joven promesa” porque ya nos ha deleitado con grandes interpretaciones en su más que destacable filmografía. Con toda seguridad que esta gran actriz nos seguirá regalando papeles de mucho talento.
Y un cuarto personaje clave para el desarrollo de la trama es el que interpreta Roberto Álvarez, que para no desentonar con el resto de sus compañeros de reparto, está igualmente a la altura interpretativa que demanda la calidad de la película. Creíble y muy natural en los registros que exige su personaje.
Para Eduard Cortés, director de esta pequeña joya del cine español, tuvo que ser toda una gozada poder contar con un reparto tan talentoso para su primera película.
La vida de nadie es un ejemplo de película redonda, casi perfecta. Cuenta con todos los elementos que debe de tener toda buena película que quiera provocar emoción, tensión e inquietud... Impecable.
Si ya la habéis visto, enhorabuena. Si aún no… ¿a qué estáis esperando?
En La vida de nadie, el espectador pasa por momentos de angustia, relajación, tensión, emoción y sobre todo... de vergüenza ajena observando la conducta de su protagonista, Emilio Barrero, interpretado con gran maestría por José Coronado.
La película, impregnada por una atmósfera embustera que lo cubre todo y donde conviven personajes alimentados por una gran mentira, es genial se mire por donde se mire. Es inteligente y astuta, a la par de cruel y dura. Cada escena gana en intriga y la tensión del espectador, que observa pasivamente el “gran teatro” montado por Emilio Barrero, va en in crescendo… hasta el infinito y mas allá.
Las sensaciones de emoción y nerviosismo que desprende el film se desatan sin límite alguno… y mientras, la trama va ganando con el paso del tiempo, como el buen vino.
Intriga, emoción, tensión que el director mantendrá hasta el último momento. El montaje es excelente, mantienen una conexión perfecta las imágenes con la historia, la intriga con la música…. al más puro estilo Hitchcock!!
José Coronado está que se sale en su papel. Sobresaliente, inmenso. Sobran las palabras. A Emilio Barrero sólo lo podía interpretar él con tanta naturalidad y credibilidad.
Adriana Ozores está igualmente magnífica. Su personaje de Agata se muestra inocente, risueña e ingenua gran parte de la película, con una sensación de felicidad plena reflejada en su mirada… Felicidad que se irá desdibujando y convirtiéndose en duda, angustia, odio, incredulidad, desconfianza, escepticismo... y desasosiego.
¿Y Marta Etura?... Está perfecta en su papel de Rosana, una agradable estudiante aspirante a becaria. Con una frescura casi de Lolita que requiere su personaje al comienzo de la película, pero que según va avanzando la historia vamos descubriendo un personaje lleno de sensatez y con la cabeza bien amueblada. Marta es una actriz que no se la puede denominar “joven promesa” porque ya nos ha deleitado con grandes interpretaciones en su más que destacable filmografía. Con toda seguridad que esta gran actriz nos seguirá regalando papeles de mucho talento.
Y un cuarto personaje clave para el desarrollo de la trama es el que interpreta Roberto Álvarez, que para no desentonar con el resto de sus compañeros de reparto, está igualmente a la altura interpretativa que demanda la calidad de la película. Creíble y muy natural en los registros que exige su personaje.
Para Eduard Cortés, director de esta pequeña joya del cine español, tuvo que ser toda una gozada poder contar con un reparto tan talentoso para su primera película.
La vida de nadie es un ejemplo de película redonda, casi perfecta. Cuenta con todos los elementos que debe de tener toda buena película que quiera provocar emoción, tensión e inquietud... Impecable.
Si ya la habéis visto, enhorabuena. Si aún no… ¿a qué estáis esperando?