
Sí, también sabía que La Mala Educación no tiene la sensibilidad de Todo sobre mi madre, ni la intensidad de Carne Trémula, ni la inteligencia de la Flor de mi Secreto… ni por supuesto el coraje y temperamento de Volver.
Pero La Mala Educación merecía una segunda oportunidad después de que me dejara sensaciones de apatía e indiferencia cuando la visioné por primera vez hace un par de años.
Todo apuntaba a que me encontraba ante otra gran película de Almodóvar cuando el film comienza con la lectura de Enrique Poded (Fele Martínez) de una noticia de periódico así de interesante:
“La ola de frío que azota Castilla–La Mancha se ha cobrado ya su primera víctima. Un motociclista muere congelado en plena Nacional número IV y continúa conduciendo 90 kilómetros después de muerto. Una pareja de guardias civiles le echaron el alto y como el motorista no reaccionó le siguieron hasta alcanzarlo. Se pusieron a su lado y le increparon para que desistiera de su actitud. Viendo que el motorista no se movía, comprendieron que algo extraño ocurría”
Pero no, no fue así. La Mala Educación, pese a tener los mismos ingredientes de otras grandes películas de Pedro Almodóvar (como es la música del maestro Alberto Iglesias o el montaje de José Salcedo) sin embargo la impresión que me ha vuelto a dejar es que es una película agridulce, incompleta y carente de emociones. La falta ritmo. No engancha, no empatiza, no ilusiona.
Eso sí, sería injusto no reconocerla que está dotada de escenas estéticamente llenas de belleza, filmadas con la maestría y elegancia que sólo Almodóvar sabe hacer. Un ejemplo de ello, son las escenas que nos evocan a la infancia de Ignacio, el niño protagonista de la historia, como es en la que está Ignacio cantando “Moon River” junto al río en presencia del Padre Manolo (Daniel Giménez Cacho). O la escena en la que Ignacio está jugando al fútbol y se fija por primera vez en el gran amor de su vida, Enrique.
También hay escenas con buena dosis de humor como es la que protagoniza Paquito (Javier Cámara), el amigo “afeminado” de Ángel (Gael García Bernal), en la que roba el cáliz, la jarra y las vinagreras de la parroquia del Padre Manolo. Incluso hay algún cameo con cierta gracia de ver para el espectador, como es el que hace al final de la película Leonor Walting (protagonista en Hable con ella), entrando en un coche junto a Gael García Bernal.
Por cierto, viendo la interpretación que hace Javier Cámara en La Mala Educación (nada comparable con su gran papel de enfermero que encarnó en Hable con ella), me surge la siguiente pregunta… ¿por qué un actor de la talla de Javier Cámara para interpretar a su personaje de homosexual afeminado se limita a imitar literalmente al personaje que interpretó magistralmente Antonia San Juan en Todo sobre mi madre?... De verdad, no exagero nada, si no la habéis visto, os invito a hacerlo para que me digáis si a vosotros os da la misma sensación. Y la prueba más evidente es en la escena donde comparte una raya de cocaína con Ángel (Gael García Bernal) y le dice: “Ponme otra. Tú ya sabes que yo creo en la pareja. Dos polvos, dos rayas, dos amigas”….¡¡es Antonia San Juan!!!
¿Lo mejor de la película?...se pueden destacar las interpretaciones de Gael García Bernal y de Fele Martínez, que sin ser las mejores actuaciones de sus carreras, sin embargo hay que reconocerles el enorme esfuerzo interpretativo que hacen para que nos podamos creer los personajes complejos que protagonizan. También son dignas de destacar las interpretaciones de LLuis Homar y la de Francisco Boira encarnando a un Ignacio transexual y yonki de un realismo impresionante.
Pero sin alguna duda, me quedo con la magnífica fotografía y color del film (el Director de fotografía es José Luis Alcaine) y sobre todo la banda sonora compuesta por Alberto Iglesias. Hoy por hoy no hay otro compositor en el cine actual que ponga tanto sentimiento y sensibilidad creativa en sus composiciones. Un genio.
Vosotros, ¿habéis visto La Mala Educación?... ¿y qué sensaciones os provocó?